Con eso ya está dicho todo. "Lo peor fue en una granja porcina en plan industrial", confiesa Steven M. Barsky, autor de Diving in High-Risk Environments (Inmersión en entornos de alto riesgo), la biblia del sector de los buzos en entornos peligrosos. «Un tipo se hundió con su camión en el pozo negro y se ahogó», prosigue Barsky. «No sólo estaba lleno de los orines y de los excrementos de los cerdos, sino que el granjero había arrojado allí dentro todas las agujas que se habían empleado para poner a los animales inyecciones de antibióticos y hormonas». El caso es que había que recuperar el cadáver del conductor y la tarea recayó en manos de los buzos que se dedican profesionalmente a estas labores.
Equipados con monos estancos herméticamente cerrados, estos Jacques Cousteau de las alcantarillas lo mismo se sumergen en auténticos mares de porquería que se meten en el interior de reactores nucleares o se zambullen en vertidos tóxicos a todo lo largo de las costas o de los cursos de agua del interior de Estados Unidos. Cuando la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Medioambiental) identifica la contaminación, contrata a un equipo de estos especialistas para que limpie lo que se ha ensuciado. Esto significa utilizar unas aspiradoras gigantescas para absorber la polución en el lecho de un lago, por ejemplo, o sacar de las aguas barriles que tienen fugas de líquidos contaminantes, o sumergirse en medio de un vertido de crudo...