EL BUZO SOBREVIVE TRAS 24 HORAS EN UNA CUEVA SUBMARINA
DIARIO EL MUNDO
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Jueves, 14 de octubre de 2004 Actualizado a las 01:50
EL BUZO SOBREVIVE TRAS 24 HORAS EN UNA CUEVA SUBMARINA
Milagro en Capdepera
Pedro Antonio Nadal fue rescatado sano y salvo al mediodía de ayer por submarinistas de la Guardia Civil (GEAS) minutos antes de que se le agotase el oxígeno - El espeleobuceador se libró de una muerte segura al hallar una bolsa de aire en la cueva de 150 metros en la que se adentró
EL MUNDO OPINA Exito de la Guardia Civil
La audacia del submarinista y la destreza de la Guardia Civil lograron lo imposible
PEDRO AGUILÓ MORA
CAPDEPERA.- «Es un milagro». Esta fue la frase más pronunciada por las personas que a partir del mediodía de ayer conocieron la noticia que hasta entonces parecía imposible: el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) de la Guardia Civil acaba de rescatar con vida a Pedro Antonio Nadal Cebey, el espeleobuceador desaparecido el martes en Capdepera tras quedar atrapado en una cueva submarina y permanecer allí más de 24 horas sin luz y sin oxígeno en la botella de 15 litros que portaba.
Y es que después de que anteayer por la tarde los Geas sacaran el cadáver de su compañero de buceo, Marco Antonio Moreno de 28 años de edad, del interior una peligrosa gruta sumergida en la ensenada formada por farallones de la Punta de Na Foguera y el Cap des Freu; las esperanzas de encontrar a Pedro Antonio con vida eran extremadamente escasas.
La única variable de supervivencia que manejaban tanto los servicios de rescate como los familiares del submarinista, era que éste pudiera haber encontrado una bolsa de aire cuya existencia, hasta ayer, solamente era conocida de oídas ya nunca nadie había logrado acceder a ella. Precisamente, fue esto lo que hizo.
Después de que en la mañana del martes los dos hombres quedaran atrapados en el interior de la cueva a resultas de que las vibraciones de sus aletas removieran los sedimentos arcillosos del suelo de la cueva y éstos quedaran en suspensión anulándoles completamente la visibilidad; Pedro Antonio, a diferencia de su compañero Marco, mantuvo la calma y en vez de intentar escapar desesperadamente, siguió buceando a tientas hacia el final de la caverna regulando el consumo del poco oxígeno que todavía almacenaba en su botella.
Una vez cubierto el recorrido total de la cueva submarina (unos 150 metros), Pedro Antonio encontró una estrecha chimenea que afortunadamente le condujo hasta una bolsa de aire situada unos metros más arriba. No obstante, su suerte no acabó allí, ya que la cámara rocosa hallada presenta un tamaño considerable y además cuenta con un pequeño saliente que permitió al buzo pasar buena parte de la noche en seco. Es decir, fuera del agua.
Sin oxígeno
Posteriormente, manteniendo la serenidad pese a haber agotado el aire de su bombona, Pedro Antonio apagó el foco que portaba para que el oxígeno de la cavidad se fuera agotando más lentamente. De esta manera, mientras los Geas llegaban al puerto de Cala Ratjada con el cadáver de su compañero Marco, Pedro Antonio se dispuso a pasar la noche en el fondo del mar con el convencimiento de que al día siguiente los buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas volverían a por él. Y así fue.
A las 12.00 horas de ayer los Geas reiniciaron la búsqueda de Pedro Antonio Nadal Cebey, de 35 años de edad y vecino de Sant Llorenç des Cardassar, con un equipo humano formado por siete buceadores, dos de ellos especialistas en espeleobuceo. Fueron estos últimos quienes marcaron la cavidad con el hilo de seguridad mientras que el resto de efectivos del Servicio Marítimo iban apoyando a los dos expertos situándose en diferentes puntos del recorrido cavernoso con botellas de aire comprimido y material auxiliar.
A las 13.15 horas de ayer, después de haber recorrido 250 metros a través del interior de la cueva y la chimenea que conduce hasta el interior de la cámara de aire, los Geas encontraron a Pedro Antonio después de que éste se percatara de su presencia y les hiciera señales luminosas con su linterna.
Los hombres de la Guardia Civil hallaron al hasta entonces desaparecido, con claros síntomas de agotamiento y sin un gramo de aire en su botella de 15 litros. Ante estas circunstancias varios Geas subieron a la superficie para volver a los pocos minutos con un equipo de respiración autónoma para sacar a Pedro Antonio del interior de la cueva. Luego, el vecino llorencí fue trasladado hasta la Zodiac del Instituto Armado prácticamente arrastrado y ayudado a realizar todo el camino de vuelta hasta el exterior.
Mientras Pedro Antonio subía a bordo de la embarcación que iba a conducirlo hasta el puerto de Cala Ratjada, en uno de sus espigones decenas de familiares y amigos, esperaban noticias de la Guardia Civil. Unas noticias que después de la muerte de Marco Antonio Moreno se perfilaban como trágicas.
El delirio
Sin embargo, en ese instante sucedió «el milagro». Ni panes ni peces multiplicados, más bien un Lázaro revisitado. Esta vez el levántate y anda fue una llamada telefónica de los Geas: «Traemos a Pedro sano y salvo». Seis palabras que provocaron el delirio, la alegría y la emoción sobre los muelles de Cala Ratjada.
Pedro Antonio y sus siete salvadores fueron recibidos entre aplausos y abrazos. Y es que horas antes la gran mayoría de los presentes tenían la casi absoluta seguridad de ver repetida la imagen vivida que les sacudió en la tarde del martes, cuando el cuerpo sin vida de Marco llegó al puerto gabellí en el interior de una bolsa funeraria.
Ayer, Pedro Antonio Nadal hizo bueno el audaces fortuna iuvat (la fortuna ayuda a los audaces). «Si se hubiera puesto nervioso y hubiera tirado hacia la salida de cueva en vez de ir hacia adelante su suerte habría sido pero», afirman los expertos.
Por otra parte, en una nota de prensa, la Comandancia de la Guardia Civil de Baleares quiso poner de manifiesto que el equipo del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas que participó en el milagroso rescate de Pedro Antonio Nadal Cebey agradece la colaboración del Club de Buceo Mero que, en todo momento se ofrecieron a colaborar en todo lo que fuera necesario para concluir con éxito las tareas de rescate.
El comunicado remitido ayer por el Instituto Armado también hizo hincapié en que la cueva donde quedaron atrapados Pedro Antoni Nadal y Marco Antonio Moreno, es una gruta submarina denominada J-1, considerada por los más bregados especialistas como de «alto riesgo» y no en la cueva popular mente conocida como La Catedral infinitamente más fácil de explorar.
Una información, por otro lado, que ya adelantó ayer EL MUNDO/El Día de Baleares cuando apuntó que la cueva submarina donde quedaron atrapados los dos submarinistas no se trata de La Catedral, sino otra también ubicada en la rada que forman la Punta de Na Foguera y el Cap des Freu. «Muy, muy complicada», sostienen los especialistas.
Su máxima dificultad radica en la notable presencia de sedimentos de origen arcilloso, que quedan en suspensión al ser removidos e impiden la visibilidad. Asimismo, al final de gruta existen filtraciones de agua dulce que hacen que su coloración se vuelva extremadamente turbia.
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Jueves, 14 de octubre de 2004 Actualizado a las 01:19
EL MUNDO OPINA
Exito de la Guardia Civil
En medio de la tragedia que se cobró la vida de un submarinista en la costas capdeperinas, se produjo el gozoso milagro del rescate del otro buceador desaparecido y por cuya vida se temía seriamente. En realidad, el milagro ha sido suerte, inteligencia audaz del submarinista atrapado y, sobre todo, el extraordinario comportamiento y la no menos extraordinaria eficiencia de los guardias civiles del GEAS que, arriesgando sus vidas y sin ceder al desaliento de una desaparición que se estimaba fatal, consiguieron la proeza de devolver sano y salvo a Pedro Antonio Nadal. Los momentos emotivos que se vivieron, ya en tierra firme, cuando amigos y familiares pudieron abrazar al submarinista prácticamente dado por muerto, son comprensibles y a esta alegría nos sumamos todos. Sin embargo, los héroes -y no hay hipérbole en la expresión- han sido estos guardias civiles anónimos, austeros y sacrificados que han dado una soberbia lección de profesionalidad, por supuesto, pero de generosidad y altruismo sobre todo. Todo este episodio nos advierte, una vez más, que en los deportes de riesgo -submarinismo, montañismo, escalada, etc..- no son sólo los practicantes del deporte los que se arriesgan, sino, con frecuencia, estos equipos de salvamento que acuden en su auxilio.
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Jueves, 14 de octubre de 2004 Actualizado a las 01:19
La audacia del submarinista y la destreza de la Guardia Civil lograron lo imposible
«Mantener la calma le ha salvado la vida» aseguran los expertos en espeleobuceo - El buceador pudo pasar la noche durmiendo 'en seco' gracias a una plataforma rocosa que encontró en la cámara de aire
PEDRO AGUILÓ MORA
CAPDEPERA.- Primordialmente fueron dos las causas que ayer motivaron el milagro en Capdepera: la audacia de Pedro Antonio Nadal, y la destreza demostrada por el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) de la Guardia Civil.
Y es que sin la calma y sangre fría demostrada por el submarinista a la hora de seguir cueva adentro en vez de intentar salir de ella, y sin la valentía y el talento de los guardias civiles a la hora de adentrarse en una gruta submarina califica de «alto riesgo» y prácticamente inexplorada, hoy no estaríamos contando el final feliz que ayer se vivió en el puerto de Cala Ratjada.
Tras constatar que Marco y él se habían quedado atrapados y que sus vidas corrían un serio peligro, Pedro Antonio optó por mantener la calma y no bucear desorientado entre el lodazal en el que se había convertido el agua.
De esta manera, el consumo de oxígeno era menor mientras el margen de tiempo para reacciones se prolongaba. Ante la disyuntiva de entrar o salir de la caverna, Pedro Antonio lo apostó todo al número de la posible existencia de una bolsa de aire al final de la cueva. Así es como decidió adentrarse aún en las fauces de la caverna y finalmente encontrar el corredor que le condujo hasta la cámara rocosa que a la postre le salvó la vida. Fue en ese momento cuando la fortuna, más que tenderle una mano, le colocó un saliente que permitió a Pedro Antonio pasar la noche en seco y no gastar energías intentando mantenerse a flote.
Sangre fría
El vecino de Sant Llorenç des Cardassar también obró sabiamente cuando decidió apagar la linterna que portaba para que el calor que desprende su bombilla no incrementara la combustión del limitado oxígeno existente en la cavidad.
En cuanto a la Guardia Civil, nobleza obliga apuntar que, pese a la extrema dificultad de la cueva ninguno de los Geas se amilanó a la hora de adentrarse en ella.
Siete buzos del Instituto Armado, dos de ellos especialistas en espeleobuceo, volvieron a arriesgar sus vidas para recuperar lo que a todas luces parecía que iba a ser un cadáver.
Sin embargo, la valentía y profesionalidad tuvo su infinita recompensa cuando encontraron a Pedro Antonio sano y salvo al final de la gruta subacuática. Gracias a la labor del Instituto Armado, las lágrimas de desesperación de los familiares y amigos del submarinistas se transformaron en llantos de alegría y emoción, cuando alrededor de la décimo tercera hora de ayer una llamada telefónica les dio la noticia de sus vidas: «Traemos a Pedro Antonio sano y salvo».
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